Texto: Pablo Pardo (Washington)

Con el apoyo de un programa de estímulos sin precedentes, Wall Street bate records, igual que el paro, mientras las manifestaciones antirracistas por la muerte de George Floyd van de costa a costa y se cobran otra docena de vidas.

En mitad de los disturbios, parapetado tras la biblia, el presidente Trump reclamaba ley y orden.

El mismo día en el que el think trank Oficina Nacional de Investigación Económica (National Bureau of Economic Research, o NBER) confirmaba que Estados Unidos está en recesión desde marzo, el NASDAQ marcaba su máximo histórico y el Standard & Poors recuperaba el nivel del 1 de enero. Ese era, también, el primer día en el que la ciudad de Nueva York, el mayor centro demográfico, económico y financiero de los Estados Unidos, entraba en la Fase 1 del desconfinamiento – aunque en este país la cuarentena nunca ha llegado a ser tan estricta como en España – y el momento en el que el cadáver de George Floyd era expuesto en Houston, la ciudad en la que pasó la mayor parte de su vida, para que sus antiguos vecinos le rindieran homenaje.
Probablemente son muchas, demasiadas cosas al mismo tiempo como para meterlas, todas juntas, en un solo artículo. Pero si suenan confusas, ése es el objetivo del párrafo anterior. Bolsa en máximos, economía en recesión, crisis sanitaria y los peores disturbios raciales desde el asesinato de Martin Luther King hace nada menos que 52 años… ¿Alguien puede pedir más?

Los EEUU han vivido los peores disturbios raciales desde la muerte de Martin Luther King hace 52 años.

“En el caos”
Es un cóctel casi imposible de resumir, y con contradicciones evidentes. La más obvia, seguramente, la referida a la evolución de la renta variable. Es evidente que la Bolsa cotiza expectativas, que mira al futuro, y que los datos de paro publicados el 3 de junio fueron sorprendentemente buenos. A medida que la economía se iba reabriendo, lentamente, el desempleo bajaba 1,4 puntos porcentuales. Aun así, el 13,3 por ciento de los estadounidenses estaban sin trabajo a mediados del pasado mes de mayo, que es cuando se cerraron las estadísticas. Y esa es la segunda cifra más alta desde que hace 72 años empezó la actual serie estadística, solo superada por el 14,7 por ciento del mes anterior. Aún así, si se toma la U-6 – es decir, la cifra que resulta de contar a los parados más los trabajadores que han dejado de buscar empleo porque piensan que no lo van a encontrar, y que es lo más parecido que tiene Estados Unidos a la Encuesta de Población Activa española – sale el 21,2 por ciento de desempleo.


Según un sondeo difundido el 4 de junio, realizado por el WSJ y la NBC, el 80% de los estadounidenses opinaba que EEUU vivía sumido, literalmente, “en el caos”


La mejoría del mercado laboral –sobre todo cuando se especulaba con un empeoramiento– podría proporcionar un cierto balón de oxígeno a la renta variable, sin duda,. Pero no tanto como para justificar la entrada en terreno de récords. En primer lugar, porque nadie sabe cuanto va a durar la reactivación del mercado laboral. Una encuesta conjunta del periódico ‘The Wall Street Journal’ y de la cadena de televisión NBC publicada un día después de conocerse los datos de empleo reflejaba que sólo un 5 por cien de los ciudadanos del país consideran el estado de la economía como “excelente”.
Si a ello se suman las explicaciones más al uso sobre lo que la inestabilidad política significa para el mercado, la evolución de la bolsa es todavía más incomprensible. Porque a primeros de este mes de junio Estados Unidos vivía una oleada de protestas que se ha cobrado la vida de una docena de personas, incluyendo a, al menos, dos policías, tras el asesinato del afroamericano George Floyd por el policía Dereck Chauvin, en Minneapolis. El mismo sondeo citado más arriba señalaba que nada menos que el 80 por ciento de los estadounidenses opinaban que EEUU está, literalmente, “en el caos”, frente a solo el 15% que decían que “la situación está bajo control”.


“Uber, Airbnb… empresas punteras han tenido problemas para hacer llegar sus pagos a sus clientes. Y el gobierno para hacer llegar sus ayudas”


Un psicólogo diría que el mercado sufre una “disonancia cognitiva”, que es cuando se piensa una cosa y se hace otra, o se piensan dos cosas totalmente diferentes. Pero no parece ser ése el caso. En realidad, los operadores financieros saben perfectamente lo que están haciendo. La inyección de liquidez por las políticas monetaria y fiscal ha sido tan inmensa que la bolsa está subiendo prácticamente ella sola. A eso se suma el retorno de gran parte del capital que había salido a mediados de marzo, cuando se desencadenó el pánico por la Covid-19. La combinación de los tres elementos – mejor paro y posibilidad de una recuperación en ‘V’, retorno de los inversores, e intervención pública a escala sideral – es lo que tira del mercado hacia arriba.

El mismo día en el que se confirmaba que los EEUU habían entrado en recesión, el NASDAQ batía su record histórico y el S&P recuperaba el nivel del 1 de enero.

Reactivación en V

En toda esa ecuación, evidentemente, no entra la llamada ‘economía real’. Por ejemplo, el consumo, que supone el 70% del PIB de Estados Unidos. Si ocho de cada diez estadounidenses creen que la economía no se va a recuperar antes del año que viene ¿es justificable esa euforia? Los operadores y analistas, evidentemente, dicen que eso no hace más que confirmar la reactivación en V. De acuerdo, pero, si ése es el caso ¿cuál va a ser la valoración de las empresas en 2021 cuando éstas empiecen a tener los beneficios de 2020, si ya están marcando máximos?


“¿Cómo es posible que Boeing suba un mes después de ser rescatada por el Estado, en medio de una enorme especulación sobre su nacionalización parcial?”


¿Cómo es posible que Boeing esté subiendo apenas un mes después de que haya tenido que ser rescatada por el Estado en medio de una enorme especulación sobre su nacionalización parcial? Todas esas cifras revelan que brecha entre bolsa y economía real o, si se prefiere, entre capital y trabajo, se ha disparado con la llegada de la Covid-19. No es solo el aumento del desempleo. Es, simplemente, un problema de falta de recursos. Como explica Samina Singh, vicepresidente ejecutiva para Sostenibilidad de Mastercard y presidenta del Centro para un Crecimiento Inclusivo del gigante de los medios de pago, “la actual crisis económica desencadenada por el coronavirus ha puesto de manifiesto las debilidades del sistema”. Singh no se refiere a las “debilidades” en general, sino a algo tan básico como hacer llegar los salarios o las ayudas del Gobierno a los ciudadanos.

Desajustes en la 1ª economía mundial

Es algo que ha afectado incluso a los trabajadores de empresas punteras, como Uber, Airbnb, o Lyft. Si esas compañías, que en teoría son las más avanzadas tecnológicamente, no son capaces de hacer llegar sus pagos a sus clientes, ¿cómo puede ser para el resto de la economía? Mastercard ha lanzado una campaña para ‘bancarizar’ a 500 millones de personas en todo el mundo en cinco años. Pero, vistos los desajustes que la Covid-19 ha expuesto en EEUU, cabe preguntarse cuáles son las necesidades de la primera economía mundial. Es solamente una pregunta que añadir a las que se han mencionado antes en este texto, y muchas de las cuales no tiene, por ahora, respuesta.♦